Hoy ha sido el último día de clases del semestre. Un día raro, una mañana bastante movidita, sobretodo por tele, esa asignatura que estoy empezando a aborrecer y de la que todavía queda un largo examen por delante. No ha habido unidad, ni despedidas, a estas alturas de la carrera ya no nos sorprende acabar tercero y ser conscientes de que (algunos, entre los que no me incluyo) acabarán el año que viene y entrarán en el precioso mundo laboral. Ya no hay tiempo para la nostalgia. Somos demasiado veteranos para eso.
Ahora me he dado cuenta, pensando, y con el sueño acumulado de esta semana, que no volveré a pisar la UAB en periodo de clases hasta febrero de 2011 (casi un año!)
me voy, lo dejo. Vuelvo a noexisteolvido.blogspot.com, y en breves estrenaré mi bitácora de viaje sobre mi erasmus en Italia. Ya me haré publicidad en twitter o en facebook.
Un placer haber coincidido en esta vida, aunque sea virtualmente, con todos los que alguna vez me han leído.
Un abrazo a todos, y gracias por leer mi humilde opinión
Raquel
viernes, 28 de mayo de 2010
lunes, 24 de mayo de 2010
y nariz indiscreta, poco más que decir
he hecho un enlace figurado (recurso que me acabo de inventar, así, porque si) y he titulado mi entrada de hoy con una frase de una canción de uno de los elementos de mi última entrada: don Sabina, el artesano. Lo digo por si acaso, que luego no me metan en la cárcel. Si hay que pagar, se paga.
Hoy hablaré de la princesa de la nariz hiperactiva, con permiso de Mrs Telecino, de la Bestia de cuento de hadas, que ocupa el trono de los que han elegido aposta ser los desamparados de esta sociedad: Kate Moss.
Kate Moss fue descubierta a la tierna edad de 14 años por la mandamás de una agencia de modelos. Deduzco que por aquella época era una niña guapa e inocente, una Bella con sonrisa traviesa. Sin embargo, el mismo mundo que le proporcionó la abundancia hizo que dentro de sí fuese creciendo poco a poco la Bestia. Es lo que hay: los humanos somos de naturaleza débil, luchamos (casi todos) constantemente por mantener dormida o a raya a esa bestia que crece dentro de nosotros. Algunas veces lo logramos con éxito, otras la sacamos a pasear como si de un perrito feucho se tratase, incluso jugando con ella. Aparte de débiles, somos necios.
Y así fue Kate Moss. Jugó con el lado salvaje de la vida, con su salud, tanto física y mental, hasta que ya no era más Bella. Había alimentado tanto a la Bestia que ahora ésta campaba a sus anchas por todos lados. Y evidentemente, cuando una Bestia hace vida en Inglaterra, aparecen nuestros amigos los tabloides amarillistas, que le dan de comer más y más, haciendo que crezca como una bola de nieve. Muchos han llegado al punto de la Moss y se han quedado en el intento (y no sólo personas mediocres, también grandes Bellas y Bellos) pero ella ha podido salir. ¿Porqué? Con el peligro que tiene ser una Bestia fea en un mundo tan hipócrita como el de la moda!
Yo aún no me lo explico. Tampoco lo entiendo, ni lo encuentro justificable. En este sentido, soy muy extremista: si alguien ha llegado a la cima de la montaña y se ha entretenido en vez de ser un poco humilde y disfrutar de la vista, no merece esa abundancia, no merece esa belleza. Merece ser una Bestia durante el resto de sus días. Aún así, entiendo que Kate Moss continúe siendo Bella y Bestia a la vez, cuando ha conseguido, por suerte o mérito propio, poder guardar a su Bestia en una jaula y sacarla a pasear cada noche cuando nadie mira, para al cabo de unas horas seguir siendo Bella otra vez.
En fin, Kate, te mereces un novio poeta, como dice la canción de Sabina con la que he titulado esto.
NOTA: no sé muy bien que digo en esta entrada. Es mi último tema, y la primera que escribo aquí directamente y sin apenas repaso. Por eso me he permitido el lujo de divagar un poco en mis pensamientos. La reflexión está hecha, aunque se refleje aquí en una mezcla de conceptos metafísicos de andar por casa.
Hoy hablaré de la princesa de la nariz hiperactiva, con permiso de Mrs Telecino, de la Bestia de cuento de hadas, que ocupa el trono de los que han elegido aposta ser los desamparados de esta sociedad: Kate Moss.

Y así fue Kate Moss. Jugó con el lado salvaje de la vida, con su salud, tanto física y mental, hasta que ya no era más Bella. Había alimentado tanto a la Bestia que ahora ésta campaba a sus anchas por todos lados. Y evidentemente, cuando una Bestia hace vida en Inglaterra, aparecen nuestros amigos los tabloides amarillistas, que le dan de comer más y más, haciendo que crezca como una bola de nieve. Muchos han llegado al punto de la Moss y se han quedado en el intento (y no sólo personas mediocres, también grandes Bellas y Bellos) pero ella ha podido salir. ¿Porqué? Con el peligro que tiene ser una Bestia fea en un mundo tan hipócrita como el de la moda!
Yo aún no me lo explico. Tampoco lo entiendo, ni lo encuentro justificable. En este sentido, soy muy extremista: si alguien ha llegado a la cima de la montaña y se ha entretenido en vez de ser un poco humilde y disfrutar de la vista, no merece esa abundancia, no merece esa belleza. Merece ser una Bestia durante el resto de sus días. Aún así, entiendo que Kate Moss continúe siendo Bella y Bestia a la vez, cuando ha conseguido, por suerte o mérito propio, poder guardar a su Bestia en una jaula y sacarla a pasear cada noche cuando nadie mira, para al cabo de unas horas seguir siendo Bella otra vez.
En fin, Kate, te mereces un novio poeta, como dice la canción de Sabina con la que he titulado esto.
NOTA: no sé muy bien que digo en esta entrada. Es mi último tema, y la primera que escribo aquí directamente y sin apenas repaso. Por eso me he permitido el lujo de divagar un poco en mis pensamientos. La reflexión está hecha, aunque se refleje aquí en una mezcla de conceptos metafísicos de andar por casa.
jueves, 20 de mayo de 2010
de Sabina a Mick Jagger
Artesanía: Joaquin Sabina
Todo un mito en nuestro país. ¿Quién no ha soñado durante unos minutos mientras escuchaba una canción del maestro? ¿Quién ha dejado de notar durante un momento que el mundo ahí fuera se movía y se ha quedado bien quieto, mecido por la poesía de sus letras? Sabina es más que un artista: es un artesano de la palabra. Un poeta que ha demostrado que no hace falta tener una excesivamente buena voz para ser un buen cantautor.
Todos nos sabemos alguna parte de la canción 19 días y 500 noches, nos guste más o menos. Y a todos nos recuerda algún momento en concreto. Una canción hecha a mano, con el cuidado que eso requiere, que ha llegado a oídos de un pueblo entero. La artesanía hecha industria.
Arte: Rolling Stones
Los Rolling tienen para mí todos los puntos para ser considerados arte: son eternos, como cualquier obra bien hecha, son internacionales y mueven mucho más que sus propias canciones. De los Rolling Stones se ha sacado tajada de todo un poco: desde pegatinas hasta camisetas (reconozco que yo tengo una de ellos, de temporada en h&m, como no, en realidad soy una impostora) pasando por producciones cinematográficas o incursiones en los Sing Star de cada hogar.
Los Rolling Stones venden, gustan y son queridos por el pueblo. Algunos imitan sus extravagantes poses (léase Jack Sparrow), aunque sea en la ficción. Ellos se exponen y la gente les aclama. Y, porqué no decirlo, tienen algo de exótico, algo inhóspito y superior que inspiran todas las obras de arte bien hechas: esa sensación que tienes cuando te encuentras cara a cara con el Gernika y sabes que tú nunca podrás hacer algo así.
Nunca seremos como Mick Jagger. Aunque nos gustase.
Todo un mito en nuestro país. ¿Quién no ha soñado durante unos minutos mientras escuchaba una canción del maestro? ¿Quién ha dejado de notar durante un momento que el mundo ahí fuera se movía y se ha quedado bien quieto, mecido por la poesía de sus letras? Sabina es más que un artista: es un artesano de la palabra. Un poeta que ha demostrado que no hace falta tener una excesivamente buena voz para ser un buen cantautor.
Todos nos sabemos alguna parte de la canción 19 días y 500 noches, nos guste más o menos. Y a todos nos recuerda algún momento en concreto. Una canción hecha a mano, con el cuidado que eso requiere, que ha llegado a oídos de un pueblo entero. La artesanía hecha industria.
Arte: Rolling Stones
Los Rolling tienen para mí todos los puntos para ser considerados arte: son eternos, como cualquier obra bien hecha, son internacionales y mueven mucho más que sus propias canciones. De los Rolling Stones se ha sacado tajada de todo un poco: desde pegatinas hasta camisetas (reconozco que yo tengo una de ellos, de temporada en h&m, como no, en realidad soy una impostora) pasando por producciones cinematográficas o incursiones en los Sing Star de cada hogar.
Los Rolling Stones venden, gustan y son queridos por el pueblo. Algunos imitan sus extravagantes poses (léase Jack Sparrow), aunque sea en la ficción. Ellos se exponen y la gente les aclama. Y, porqué no decirlo, tienen algo de exótico, algo inhóspito y superior que inspiran todas las obras de arte bien hechas: esa sensación que tienes cuando te encuentras cara a cara con el Gernika y sabes que tú nunca podrás hacer algo así.
Nunca seremos como Mick Jagger. Aunque nos gustase.
lunes, 17 de mayo de 2010
detrás de las risas
Un Mockumentary, o falso documental, es una suerte de experimento audiovisual por el que se lleva a cabo un aparente documental para hacer creer al espectador que está viendo algo verdadero, pero que en realidad resulta no serlo. Es un recurso bastante utilizado: aunque a primera vista no nos lo parezca, hay muchos títulos que resultan ser en realidad falsos documentales. En algunos casos ya sabemos que nos enfrentamos a una broma bien construida (como el caso de El proyecto de la bruja de Blair o Rec), mientras que en otros casos la verdad queda escondida y el espectador puede creer inocentemente como una verdad irrefutable la mentira que acaba de ver (por ejemplo, Operación Luna, el "documental" que afirma que Kubrick rodó las imágenes del hombre llegando a la luna y que los americanos nos dan gato por liebre.)
Son curiosos y originales en cualquiera de sus formas, pero creo que el Mockumentary del que más vale la pena hablar es Behind the laugther, de los Simpson. Genial lo que hacen Groening y sus colegas: crear, a partir de una serie totalmente ficticia y con elementos de lo más surrealistas y un falso documental lleno de oscuros secretos y que muestra el declive artístico de los protagonistas como cualquier hijo de vecino que se hace famoso y cae en una espiral de desgracia. La ficción por la ficción, el invento llegado a su máximo exponente.
Behind the laugther es genial. Como cualquier episodio de los Simpson, lleva una crítica implícita a esos famosos que sólo tiene un par de minutos de gloria. Todo está trabajado, desde la imagen de Meryl Streep escupiendo, claramente cedida por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas hasta los cortes publicitarios, pasando por el opening, creado especialmente para la ocasión. Y lo mejor que tiene es que, si los protagonistas fueran de verdad una familia que se ha vuelto famosa con su serie, sería totalmente creíble que el destino de sus integrantes hubiese acabado así. Seguro que prácticamente el 100% de la audiencia se lo creería.
Seguramente ya sabréis de qué hablo porque ya lo habréis visto. Y seguramente ya recordaréis a Troy Mclure de otros Mockumentarys, como….
jueves, 13 de mayo de 2010
la ideología camina libre como los ciervos
“La crisis consiste precisamente en el hecho que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”
“el buen político es aquel que no lee los periódicos hasta las ocho de la tarde. ¡Desconfiad siempre de quien necesita leer la prensa a las ocho de la mañana!”
“Los políticos lo deben responder todo: ¿Tres objetos para una isla desierta? ¿Prefiere hacerlo arriba o abajo?”
Estas frases y otras parecidas que incitan a la reflexión aparecen en los artículos de la revista El Ciervo. La cabecera, de tipo político independiente, nació en 1951, y desde entonces se ha mantenido en el mercado. Sale mensualmente y se caracteriza por no pertenecer a ningún partido o ideología, a caminar libre como los ciervos, esa es su filosofía.
Quizás por eso, porque no caen en el adoctrinamiento o en la demagogia propia de algunos medios que ya se han convertido en la voz de su amo, El Ciervo muestra un claro periodismo de calidad. Entre sus colaboradores ocasionales no sólo se encuentran periodistas, también políticos de la talla de Pasqual Maragall o la mezcla de ambos: recuerdo haber leído un artículo bastante interesante del jefe de prensa de Artur Mas.
El humor es el punto general, la revista no escapa de cierta ironía y de bastante autocrítica, una maravilla si tenemos en cuenta que trata el campo de la política.“La gracia del estilo de la revista es escribir lo que nadie se atreve a decir sin que nadie se ofenda”. Realmente, la frase resulta creíble cuando el lector ve algunas de las portadas de la revista, que rezan lemas tales como Y si la política no fuera tan mala?
Lo único dogmático en la revista, si tuviésemos que analizar su editorial con ciertas etiquetas, es que utilizan como referencia cierta inspiración cristiana (normal viniendo de una revista que nació en pleno auge franquista y que todavía se mantiene en vilo), pero, tal y como afirman, “con muy poco interés en las disputas eclesiásticas.” Todo un detalle, dejar a Rouco Varela que salga él mismo de sus cagadas varias.
Sin embargo, a mi me gusta porque muestra la parte humana de la política: leyendo sus artículos se entiende que los políticos son personas como nosotros: que se encuentran mal, que tienen que ir al baño, que pecan, tienen defectos y sobretodo, que de vez en cuando hacen las cosas mal. Y no está de mas que al menos algunos reconozcan que no son perfectos.
“el buen político es aquel que no lee los periódicos hasta las ocho de la tarde. ¡Desconfiad siempre de quien necesita leer la prensa a las ocho de la mañana!”
“Los políticos lo deben responder todo: ¿Tres objetos para una isla desierta? ¿Prefiere hacerlo arriba o abajo?”
Estas frases y otras parecidas que incitan a la reflexión aparecen en los artículos de la revista El Ciervo. La cabecera, de tipo político independiente, nació en 1951, y desde entonces se ha mantenido en el mercado. Sale mensualmente y se caracteriza por no pertenecer a ningún partido o ideología, a caminar libre como los ciervos, esa es su filosofía.
Quizás por eso, porque no caen en el adoctrinamiento o en la demagogia propia de algunos medios que ya se han convertido en la voz de su amo, El Ciervo muestra un claro periodismo de calidad. Entre sus colaboradores ocasionales no sólo se encuentran periodistas, también políticos de la talla de Pasqual Maragall o la mezcla de ambos: recuerdo haber leído un artículo bastante interesante del jefe de prensa de Artur Mas.
El humor es el punto general, la revista no escapa de cierta ironía y de bastante autocrítica, una maravilla si tenemos en cuenta que trata el campo de la política.“La gracia del estilo de la revista es escribir lo que nadie se atreve a decir sin que nadie se ofenda”. Realmente, la frase resulta creíble cuando el lector ve algunas de las portadas de la revista, que rezan lemas tales como Y si la política no fuera tan mala?
Lo único dogmático en la revista, si tuviésemos que analizar su editorial con ciertas etiquetas, es que utilizan como referencia cierta inspiración cristiana (normal viniendo de una revista que nació en pleno auge franquista y que todavía se mantiene en vilo), pero, tal y como afirman, “con muy poco interés en las disputas eclesiásticas.” Todo un detalle, dejar a Rouco Varela que salga él mismo de sus cagadas varias.
Sin embargo, a mi me gusta porque muestra la parte humana de la política: leyendo sus artículos se entiende que los políticos son personas como nosotros: que se encuentran mal, que tienen que ir al baño, que pecan, tienen defectos y sobretodo, que de vez en cuando hacen las cosas mal. Y no está de mas que al menos algunos reconozcan que no son perfectos.
domingo, 9 de mayo de 2010
yo soy más de Nutella
La Generación Nocilla es la formada por escritores españoles que han nacido entre los años 60 y los 70. Curioso nombre para una generación literaria, creo que roza un poco el sensacionalismo, y puede que así lo crean otros integrantes del grupo, como Vicente Luis Mora que prefiere llamar a este grupo “Luz Nueva”, que queda mucho más fino y serio. Sin embargo, el nombre por el que más se los conoce es por el de Generación Nocilla, y viene por la trilogía Nocilla Project de Agustín Fernández Mallo.
Esta generación la forman una serie de escritores cuya lista aparece aquí y se caracterizan por su interdisciplinariedad, sus estructuras abiertas, por su inconformismo, críticos con los efectos de los medios de comunicación en los jóvenes de hoy en día (y por tanto) de la cultura pop omnipresente en la primera década del siglo XXI. Como buenos críticos de lo popular, miran a la mediocridad por encima de. También destaca de ellos el uso de las herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías para poder retransmitir lo que escriben, como los blogs, las redes sociales o las páginas web, lo que muestra que están a la altura de lo que requiere para ser una auténtica generación del s.XXI.
De entre los nombres que forman la lista me llamó la atención el de Lolita Bosch por puros prejuicios graciosos libres de malas intenciones. Pero conforme fui sabiendo un poco de ella, me inspiró una cierta sensación cálida, como de fraternidad: Lolita Bosch se parece mucho a mi hermana. Como ella, es licenciada en filosofía. Como ella, vivió en México y ama ese país tanto como Cataluña, y como a ella, le gustan los niños, tanto que parte de su obra es de tipo juvenil e infantil. Evidentemente, mi hermana no es escritora, aunque algún día le gustaría serlo, tal como es Lolita Bosch.
Bosch tiene una curiosa página web que refleja un poco los puntos antes descritos de la Generación Nocilla: interdisciplinariedad, variedad de tipologías textuales, interacción multimedia (conecta parte de sus escritos con videos de youtube) y alternativas literarias. Bosch es una persona que vale la pena descubrir. No voy a mentir, no me he leído nada de Bosch, por eso no hablaré de su forma de escribir. Eso sí, el próximo libro que me compraré en mi próxima visita al paraíso en la tierra (léase Fnac) será de ella.
Esta generación la forman una serie de escritores cuya lista aparece aquí y se caracterizan por su interdisciplinariedad, sus estructuras abiertas, por su inconformismo, críticos con los efectos de los medios de comunicación en los jóvenes de hoy en día (y por tanto) de la cultura pop omnipresente en la primera década del siglo XXI. Como buenos críticos de lo popular, miran a la mediocridad por encima de. También destaca de ellos el uso de las herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías para poder retransmitir lo que escriben, como los blogs, las redes sociales o las páginas web, lo que muestra que están a la altura de lo que requiere para ser una auténtica generación del s.XXI.
De entre los nombres que forman la lista me llamó la atención el de Lolita Bosch por puros prejuicios graciosos libres de malas intenciones. Pero conforme fui sabiendo un poco de ella, me inspiró una cierta sensación cálida, como de fraternidad: Lolita Bosch se parece mucho a mi hermana. Como ella, es licenciada en filosofía. Como ella, vivió en México y ama ese país tanto como Cataluña, y como a ella, le gustan los niños, tanto que parte de su obra es de tipo juvenil e infantil. Evidentemente, mi hermana no es escritora, aunque algún día le gustaría serlo, tal como es Lolita Bosch.
Bosch tiene una curiosa página web que refleja un poco los puntos antes descritos de la Generación Nocilla: interdisciplinariedad, variedad de tipologías textuales, interacción multimedia (conecta parte de sus escritos con videos de youtube) y alternativas literarias. Bosch es una persona que vale la pena descubrir. No voy a mentir, no me he leído nada de Bosch, por eso no hablaré de su forma de escribir. Eso sí, el próximo libro que me compraré en mi próxima visita al paraíso en la tierra (léase Fnac) será de ella.
miércoles, 5 de mayo de 2010
el gran mike
Hoy mi hermana me ha comentado mientras comíamos que este fin de semana es el salón del cómic de Barcelona. Clara tiene una teoría extraña, sin fundamento preciso, que afirma que yo odio al mundo en general y a la humanidad en particular. Y le molesta que su teoría se haga realidad. Así que cuando he dicho (a propósito para cabrearla, está claro) "estoy en contra de las convenciones" ha vuelto a decir la frase de siempre: "hay algo que tú no odies?"
Entonces me he puesto a pensar en las convenciones a las que había ido (sólo una, el saló del ensenyament de cuando iba a 2n de Batx, y no por ganas, sino porque mi prima me consiguió entradas gratis) y a qué tipo de convención iría encantada. Después de pensarlo un rato, he dicho "si hubiese una convención de videos frikis del youtube, iría sin dudarlo."
Es cierto, soy una friki de los vídeos. Voy y vengo arriba y abajo molestando a mis hermanos y enseñándoles vídeos con los que me parto pero que parecen no hacerles efecto, envío mails con links del youtube y subo links a facebook, y ahora empiezo con twitter. El otro día les mandé un mail a unos amigos con una "acurada" (no creo que esa sea la palabra en castellano, pero bueno, se me entiende) selección de los vídeos que más me han hecho reir y creo que ganó este.
Mike es un joven con inquietudes musicales que ha hecho un semestre de español y decide componer una canción de amor para una chica. No sabría decir que es mejor, si el papelón de la susodicha, mike y su camisa escotada a lo macho-men, la letra, los efectos especiales o como, en el minuto 1:04 Mike casi tira la mesa con los jarrones
Entonces me he puesto a pensar en las convenciones a las que había ido (sólo una, el saló del ensenyament de cuando iba a 2n de Batx, y no por ganas, sino porque mi prima me consiguió entradas gratis) y a qué tipo de convención iría encantada. Después de pensarlo un rato, he dicho "si hubiese una convención de videos frikis del youtube, iría sin dudarlo."
Es cierto, soy una friki de los vídeos. Voy y vengo arriba y abajo molestando a mis hermanos y enseñándoles vídeos con los que me parto pero que parecen no hacerles efecto, envío mails con links del youtube y subo links a facebook, y ahora empiezo con twitter. El otro día les mandé un mail a unos amigos con una "acurada" (no creo que esa sea la palabra en castellano, pero bueno, se me entiende) selección de los vídeos que más me han hecho reir y creo que ganó este.
Mike es un joven con inquietudes musicales que ha hecho un semestre de español y decide componer una canción de amor para una chica. No sabría decir que es mejor, si el papelón de la susodicha, mike y su camisa escotada a lo macho-men, la letra, los efectos especiales o como, en el minuto 1:04 Mike casi tira la mesa con los jarrones
sábado, 1 de mayo de 2010
la libertad del pensamiento
El pensamiento es un bien de la humanidad. No tiene precio.”, dijo el marqués de Condocert un buen día del siglo XVIII.
“El trabajo del artista y del escritor debe ser remunerado.” dijo también Diderot por esa época.
“Hace tres años que no soy directivo de la SGAE.” afirmó contundente Ramoncín el otro día en el programa del Follonero.
Esto nos hace pensar en varias cosas que están al orden del día: la ley de doña Sinde, los derechos de autor, y cuál es la siniestra razón que explique porque Ramoncín nunca envejece. Aunque las dos primeras declaraciones tengan más de doscientos años de antigüedad, hoy pueden estar a la orden del día gracias a la coyuntura que ofrece internet: vivimos en una sociedad integrada totalmente en el mundo digital, una sociedad avanzada, tanto, que utiliza la red y las posibilidades que ofrece al usuario para hacer un chiste de los sesgos marginales que forman nuestro país. Así, en medio de un ambiente donde Megavideo y Seriesyonkis ocupan un privilegiado lugar en la carpeta de “Favoritos” de miles de ordenadores, el eterno debate es: ¿Copyrigth o Copyleft?
Cuando vi estas frases en clase, pensé que, aunque tenía ciertos toques demagógicos, estaba totalmente de acuerdo con la primera. Luego me dije a mi misma que también es cierto que, cuando algún día, si Messi quiere, me haya convertido en una periodista y escriba para algún diario cualquiera, digamos The Times, querré que me paguen por lo que hago, ya que de pensamientos no se come. Así que me pregunté si había alguna manera de combinar ambas frases. Y había tantas maneras de hacerlo que me sorprendió el resultado.
El debate sobre los derechos se ha espectacularizado tanto que ahora sólo es un batiburrilllo de peluquerías con radios, reyes del pollo frito, ministras de cultura que afirman que les cae bien la Esteban, y bodas, bautizos y comuniones. Hemos dejado de lado el verdadero debate que originó todo este lío: el estudio del porcentaje que se lleva el autor y los beneficios que acapara la distribuidora. Y en medio de esto, doña Sinde, haciendo gala del socialismo que muestra su partido, promueva la polémica ley de descargas y cierre de webs. ¡Viva la libre circulación de conocimientos! Y yo entiendo que el gobierno de izquierdas esté preocupado porque la gente tenga libertades y quiera restringirlas para recordar que están allá, pero también me pregunto: ¿El problema está en la gente, o se queda por el camino? Por ejemplo: me considero una cinéfila (en el sentido estricto de la palabra. Amo el cine, cosa que no me convierte en una experta, estoy en fase de aprender). En cuanto tengo un poco dinero, me voy al Fnac y me compro todos los DVDs que puedo, porque me gustaría tener una enorme colección de películas en un futuro. Pero claro, mi dinero no es mucho, y la gran mayoría de películas me las bajo o las veo en Streaming. También me encantaría ver todas esas películas en el cine, con esa pedazo de pantalla, pero eso es un lujo que yo, como estudiante, no me puedo permitir. Y es una lástima, porque si el cine costase 2€, iría unas dos veces semanales y sería feliz haciendo lo que más me gusta en formato de lujo.
El trabajo del artista debe estar remunerado, claro que sí, pero, ¿Cuánto? Y lo que es más importante, ¿El hecho de que el artista pueda vivir de su trabajo y que el público lo pueda disfrutar, sea el cual sea el método que utilice para llegar a él, son incompatibles? Yo creo que no.
En fin, y poco más. Estaba escribiendo súper concentrada y se me habían ocurrido unas cuantas cosas más que decir, pero me han llamado al teléfono y he perdido el hilo. Así que para acabar, dejaré que un experto en temas hable por mi. Sí, eso será lo mejor.
“El trabajo del artista y del escritor debe ser remunerado.” dijo también Diderot por esa época.
“Hace tres años que no soy directivo de la SGAE.” afirmó contundente Ramoncín el otro día en el programa del Follonero.
Esto nos hace pensar en varias cosas que están al orden del día: la ley de doña Sinde, los derechos de autor, y cuál es la siniestra razón que explique porque Ramoncín nunca envejece. Aunque las dos primeras declaraciones tengan más de doscientos años de antigüedad, hoy pueden estar a la orden del día gracias a la coyuntura que ofrece internet: vivimos en una sociedad integrada totalmente en el mundo digital, una sociedad avanzada, tanto, que utiliza la red y las posibilidades que ofrece al usuario para hacer un chiste de los sesgos marginales que forman nuestro país. Así, en medio de un ambiente donde Megavideo y Seriesyonkis ocupan un privilegiado lugar en la carpeta de “Favoritos” de miles de ordenadores, el eterno debate es: ¿Copyrigth o Copyleft?
Cuando vi estas frases en clase, pensé que, aunque tenía ciertos toques demagógicos, estaba totalmente de acuerdo con la primera. Luego me dije a mi misma que también es cierto que, cuando algún día, si Messi quiere, me haya convertido en una periodista y escriba para algún diario cualquiera, digamos The Times, querré que me paguen por lo que hago, ya que de pensamientos no se come. Así que me pregunté si había alguna manera de combinar ambas frases. Y había tantas maneras de hacerlo que me sorprendió el resultado.
El debate sobre los derechos se ha espectacularizado tanto que ahora sólo es un batiburrilllo de peluquerías con radios, reyes del pollo frito, ministras de cultura que afirman que les cae bien la Esteban, y bodas, bautizos y comuniones. Hemos dejado de lado el verdadero debate que originó todo este lío: el estudio del porcentaje que se lleva el autor y los beneficios que acapara la distribuidora. Y en medio de esto, doña Sinde, haciendo gala del socialismo que muestra su partido, promueva la polémica ley de descargas y cierre de webs. ¡Viva la libre circulación de conocimientos! Y yo entiendo que el gobierno de izquierdas esté preocupado porque la gente tenga libertades y quiera restringirlas para recordar que están allá, pero también me pregunto: ¿El problema está en la gente, o se queda por el camino? Por ejemplo: me considero una cinéfila (en el sentido estricto de la palabra. Amo el cine, cosa que no me convierte en una experta, estoy en fase de aprender). En cuanto tengo un poco dinero, me voy al Fnac y me compro todos los DVDs que puedo, porque me gustaría tener una enorme colección de películas en un futuro. Pero claro, mi dinero no es mucho, y la gran mayoría de películas me las bajo o las veo en Streaming. También me encantaría ver todas esas películas en el cine, con esa pedazo de pantalla, pero eso es un lujo que yo, como estudiante, no me puedo permitir. Y es una lástima, porque si el cine costase 2€, iría unas dos veces semanales y sería feliz haciendo lo que más me gusta en formato de lujo.
El trabajo del artista debe estar remunerado, claro que sí, pero, ¿Cuánto? Y lo que es más importante, ¿El hecho de que el artista pueda vivir de su trabajo y que el público lo pueda disfrutar, sea el cual sea el método que utilice para llegar a él, son incompatibles? Yo creo que no.
En fin, y poco más. Estaba escribiendo súper concentrada y se me habían ocurrido unas cuantas cosas más que decir, pero me han llamado al teléfono y he perdido el hilo. Así que para acabar, dejaré que un experto en temas hable por mi. Sí, eso será lo mejor.
domingo, 25 de abril de 2010
arquetipo: Sant Cugat y los pijos
Pijos y Sant Cugat, Sant Cugat y pijos: una historia de amor. Yo, honorable residente de Sant Cugat, no considero que mi familia sea pija. Quiero decir, no tenemos ni casa en la playa ni en el Pirineo, mis padres te cortan el grifo del dinero si consigues un trabajo (y si no lo tienes te presionan sobremanera para que lo consigas), y nunca nos compran lo que ellos consideran caprichos superfluos: llevo más de año y medio con carnet y no he conseguido un coche porque no tengo dinero propio para pagármelo. Nunca he estado en América, ni en Asia. Soy una persona normal y corriente, no estoy por encima de nadie.
Nací en Barcelona un bonito día de finales de 1989. Mis primeros días transcurrieron en el hospital, pero pronto me mudé a la casa familiar, al otro lado de la serralada de Collserola, en un pequeño distrito de un pequeño pueblo que cada vez se hacía más grande: La Floresta. Sant Cugat. Toda mi vida he vivido en la Floresta, aunque fui a un colegio de Barcelona. En primaria, al principio del ciclo, yo era la única de la clase que vivía en Sant Cugat, y aunque conforme los años fueron pasando un pequeño número de compañeros de clase se mudaron a mi pueblo (pasamos de una a cuatro personas), me sorprendió mucho cuando, hace un mes, el niño barcelonés al que le daba clases, alumno de un colegio concertado de Pedralbes, me dijo que quería irse a vivir a Sant Cugat porque “todos los guays del cole viven allí”. Sant Cugat es muy bonito: calles perfectas, arbolitos cuidadosamente plantados perfectos, coches de gama alta perfectos, familias del Opus Dei perfectas con sus múltiples hijos rubios perfectos, colegios elitistas con uniformes perfectos etc etc. Es cierto, no nos vamos a engañar: Sant Cugat está lleno de pijos, tiene negocios pijos y dinero, pero, ¿Todos los santcugatencs somos así? ¿O hay un numero relativamente notable de personas que no coincidimos con este pensamiento totalmente extendido?
Sant Cugat es, también, una enorme ciudad dormitorio, o ciudad-decorado, como la llamo yo: es muy bonita vista desde enfrente pero no tiene nada de interesante, y oculta un fondo poco atractivo. Muy poca gente que viva en Sant Cugat trabaja allí, todos van a Barcelona, Terrassa o Sabadell. Es una clara realidad que ilustraré con un hecho: cuando estudié para el examen oral del First, los profesores de mi academia nos recomendaron que, a la pregunta “where are you from?”, contestásemos: “I'm from Sant Cugat, a commute town near Barcelona”, dejando así claro qué tipo de pueblo era el nuestro.
Y está claro quienes son los principales atraídos por el bonito decorado santcugatenc: los pijos barceloneses que se han cansado del bullicio y de los coches y que prefieren vivir en un pueblo tan cercano a la gran ciudad que permite aprovechar lo mejor de ambos asentamientos. Esos son los santcugatencs arquetípicos, los que llevan viviendo aquí sólo unos años, y, paradójicamente (o no tanto, si pensamos que mueven mucho dinero) los nuevos vecinos son los que dan la imagen tópica de Sant Cugat hacia el resto de los alrededores. Los pijos llegados hace poco son un verdadero símbolo local, y van desde don Joan Laporta hasta nuestro honorable alcalde, que se mudó de Barcelona a Sant Cugat unos meses antes de empezar su mandato. Los pijos santcugatencs son el prototipo, pero, entonces, ¿Qué pasaba en Sant Cugat antes de los noventa, cuando los pijillos no habían tomado el pueblo en búsqueda de una vida más tranquila? ¿Era una ciudad fantasma? No. Era un pueblo relativamente humilde, con huertos y con gente de clase media. Como mi familia. O mis amigos, gente que, como yo, lleva viviendo en Sant Cugat desde que nació, no tienen casa en la Cerdanya donde poder irse a esquiar, ni coche, van a universidades públicas y (sobretodo) NO votan a CiU.
Con esto no quiero decir que los de toda la vida seamos más santcugatencs que el resto. Respeto a los adinerados llegados hace unos años, gracias a ellos Sant Cugat es un bonito escaparate que da gusto mirar desde le ferrocarril en las mañanas soleadas, pero me molesta un poco que sólo se relacione mi pueblo con ellos. En Sant Cugat no hay sólo pijos conservadores, hay gente mediocre como yo, que han sido testigos de como se destrozaban huertos y se talaban árboles para construir adosadas.
Nací en Barcelona un bonito día de finales de 1989. Mis primeros días transcurrieron en el hospital, pero pronto me mudé a la casa familiar, al otro lado de la serralada de Collserola, en un pequeño distrito de un pequeño pueblo que cada vez se hacía más grande: La Floresta. Sant Cugat. Toda mi vida he vivido en la Floresta, aunque fui a un colegio de Barcelona. En primaria, al principio del ciclo, yo era la única de la clase que vivía en Sant Cugat, y aunque conforme los años fueron pasando un pequeño número de compañeros de clase se mudaron a mi pueblo (pasamos de una a cuatro personas), me sorprendió mucho cuando, hace un mes, el niño barcelonés al que le daba clases, alumno de un colegio concertado de Pedralbes, me dijo que quería irse a vivir a Sant Cugat porque “todos los guays del cole viven allí”. Sant Cugat es muy bonito: calles perfectas, arbolitos cuidadosamente plantados perfectos, coches de gama alta perfectos, familias del Opus Dei perfectas con sus múltiples hijos rubios perfectos, colegios elitistas con uniformes perfectos etc etc. Es cierto, no nos vamos a engañar: Sant Cugat está lleno de pijos, tiene negocios pijos y dinero, pero, ¿Todos los santcugatencs somos así? ¿O hay un numero relativamente notable de personas que no coincidimos con este pensamiento totalmente extendido?
Sant Cugat es, también, una enorme ciudad dormitorio, o ciudad-decorado, como la llamo yo: es muy bonita vista desde enfrente pero no tiene nada de interesante, y oculta un fondo poco atractivo. Muy poca gente que viva en Sant Cugat trabaja allí, todos van a Barcelona, Terrassa o Sabadell. Es una clara realidad que ilustraré con un hecho: cuando estudié para el examen oral del First, los profesores de mi academia nos recomendaron que, a la pregunta “where are you from?”, contestásemos: “I'm from Sant Cugat, a commute town near Barcelona”, dejando así claro qué tipo de pueblo era el nuestro.
Y está claro quienes son los principales atraídos por el bonito decorado santcugatenc: los pijos barceloneses que se han cansado del bullicio y de los coches y que prefieren vivir en un pueblo tan cercano a la gran ciudad que permite aprovechar lo mejor de ambos asentamientos. Esos son los santcugatencs arquetípicos, los que llevan viviendo aquí sólo unos años, y, paradójicamente (o no tanto, si pensamos que mueven mucho dinero) los nuevos vecinos son los que dan la imagen tópica de Sant Cugat hacia el resto de los alrededores. Los pijos llegados hace poco son un verdadero símbolo local, y van desde don Joan Laporta hasta nuestro honorable alcalde, que se mudó de Barcelona a Sant Cugat unos meses antes de empezar su mandato. Los pijos santcugatencs son el prototipo, pero, entonces, ¿Qué pasaba en Sant Cugat antes de los noventa, cuando los pijillos no habían tomado el pueblo en búsqueda de una vida más tranquila? ¿Era una ciudad fantasma? No. Era un pueblo relativamente humilde, con huertos y con gente de clase media. Como mi familia. O mis amigos, gente que, como yo, lleva viviendo en Sant Cugat desde que nació, no tienen casa en la Cerdanya donde poder irse a esquiar, ni coche, van a universidades públicas y (sobretodo) NO votan a CiU.
Con esto no quiero decir que los de toda la vida seamos más santcugatencs que el resto. Respeto a los adinerados llegados hace unos años, gracias a ellos Sant Cugat es un bonito escaparate que da gusto mirar desde le ferrocarril en las mañanas soleadas, pero me molesta un poco que sólo se relacione mi pueblo con ellos. En Sant Cugat no hay sólo pijos conservadores, hay gente mediocre como yo, que han sido testigos de como se destrozaban huertos y se talaban árboles para construir adosadas.
lunes, 19 de abril de 2010
mayúsculas
odio las mayúsculas. me parecen pretenciosas. sueño con un mundo en que no haya mayúsculas, todo sean minúsculas y ninguna letra mire por encima del hombro en su inmensa altura a las que vienen detrás.
nube
Como está tan de moda últimamente, hablaré de ella. Me encanta esta palabra. Me suelen gustar las palabras que contengan la letra N y la B (léase Barcelona, por ejemplo). Pero “nube” es especial. Es mi palabra favorita.
Evidentemente, esta predilección viene dada por una asociación mental entre la palabra y la imagen que hace de antecedente: para mi una nube es ese cuerpo algodonoso que te dan ganas de apretar entre los dedos, esa solitaria mancha blanca que aparece decorando la inmensidad de un cielo, por lo demás azul, en las mañanas de verano.
Los días en que el cielo es gris, feo y tengo jaqueca debido a la baja presión atmosférica no son días con nubes, son días nublados. La palabra ya cambia, incluso de categoría gramatical. En cambio, la nube para mí es ese tono decorativo que la madre tierra nos da.
Relaciono esa imagen que tengo de la palabra “nube” con el relax y el descanso. Cuando nos fijamos en las nubes es cuando estamos tan relajados y tenemos tanto tiempo libre que jugamos a ver qué formas tienen. Esta actividad me fascina, solía llevarla mucho a cabo cuando era pequeña, y creo que puede ser un pequeño ejemplo práctico de lo amplia que es la mente humana y de cómo la subjetividad de cada persona puede cambiar la perspectiva que uno tiene de las cosas. Donde yo veo un perro tu ves un tiovivo, donde tú ves un árbol yo veo un elefante. ¡Gracias nubes, o mejor dicho, nube, por ayudarnos a desarrollar la imaginación desde niños!
También relaciono esta palabra con la chuche. Cuando era una niña era mi golosina preferida. Me gustaba sobretodo quemarla con el mechero que robaba a mi hermana y comérmela chamuscada. Además, la forma de la chuche me hacía mucha gracia también: tan alargada, tan rosa y tan esponjosa (supongo que de allí le viene el nombre). Era lo primero que me comía cuando me regalaban una bolsa de chuches, Hoy en día odio las nubes de chuche, curioso como cambian los gustos.
Y por último, y esta vez sí que es lo menos importante, me gustan mucho las nubes porque las relaciono con otra imagen que para mí es positiva: la de unas nubes delgadas que se van abriendo y dejan paso a unas letras amarillas mientras un coro canta algo de fondo: los primeros segundos del opening de Los Simpson, cosa que desde que tengo recuerdo ha significado para mí que la siguiente media hora será bastante entretenida.
Viva la nube. Aunque colapse todo el espacio aéreo europeo
Evidentemente, esta predilección viene dada por una asociación mental entre la palabra y la imagen que hace de antecedente: para mi una nube es ese cuerpo algodonoso que te dan ganas de apretar entre los dedos, esa solitaria mancha blanca que aparece decorando la inmensidad de un cielo, por lo demás azul, en las mañanas de verano.
Los días en que el cielo es gris, feo y tengo jaqueca debido a la baja presión atmosférica no son días con nubes, son días nublados. La palabra ya cambia, incluso de categoría gramatical. En cambio, la nube para mí es ese tono decorativo que la madre tierra nos da.
Relaciono esa imagen que tengo de la palabra “nube” con el relax y el descanso. Cuando nos fijamos en las nubes es cuando estamos tan relajados y tenemos tanto tiempo libre que jugamos a ver qué formas tienen. Esta actividad me fascina, solía llevarla mucho a cabo cuando era pequeña, y creo que puede ser un pequeño ejemplo práctico de lo amplia que es la mente humana y de cómo la subjetividad de cada persona puede cambiar la perspectiva que uno tiene de las cosas. Donde yo veo un perro tu ves un tiovivo, donde tú ves un árbol yo veo un elefante. ¡Gracias nubes, o mejor dicho, nube, por ayudarnos a desarrollar la imaginación desde niños!
También relaciono esta palabra con la chuche. Cuando era una niña era mi golosina preferida. Me gustaba sobretodo quemarla con el mechero que robaba a mi hermana y comérmela chamuscada. Además, la forma de la chuche me hacía mucha gracia también: tan alargada, tan rosa y tan esponjosa (supongo que de allí le viene el nombre). Era lo primero que me comía cuando me regalaban una bolsa de chuches, Hoy en día odio las nubes de chuche, curioso como cambian los gustos.
Y por último, y esta vez sí que es lo menos importante, me gustan mucho las nubes porque las relaciono con otra imagen que para mí es positiva: la de unas nubes delgadas que se van abriendo y dejan paso a unas letras amarillas mientras un coro canta algo de fondo: los primeros segundos del opening de Los Simpson, cosa que desde que tengo recuerdo ha significado para mí que la siguiente media hora será bastante entretenida.
Viva la nube. Aunque colapse todo el espacio aéreo europeo
jueves, 8 de abril de 2010
mi historia
Quiero contar mi historia. No es que sea una gran historia, comparada con lo que se ve y oye hoy en día, pero es una historia que me ha hecho grande.
Todo empezó este verano. Llevaba toda la semana trabajando, y cuando llegó el fin de semana sólo deseaba salir a beber algo y desfogarme en la pista de baile de cualquier discoteca del centro de Barcelona. Así que quedé con mis amigos Edu, Camps y Andreu, compañeros universitarios y futuros periodistas. Era una noche cualquiera, que estaba empezando a prometer. Recuerdo que estábamos en un bar del Born, cerca de la Plaza Real. Yo llevaba un vestido nuevo super bonito, y nos dieron entradas gratis para el antiguo Fellini (ahora Boulevard). Acababa de cobrar y llevaba 60€ encima. Esa era una de esas noches en que no me hubiese importado gastármelos enteros.
Después todo pasó muy rápido. Fui a la barra a pedir un par de cervezas, cometí el gran error de dejar mi bolso sin protección, y en cuanto me giré, había desaparecido. Perdí todo: la documentación, las llaves, la cartera con el dinero, el ipod, la cámara de fotos, el móvil... todo. Puse la denuncia, y a casa a dormir.
Eso me dejó tocada. Siempre he sido muy sensible en lo que a injusticias se refiere, y no podía entender, no me cabía en la cabeza, como alguien podía haberme robado todo sin ningún miramiento. Lo que más me obsesionaba era el hecho que alguien tuviese toda mi documentación. Sentí como si me hubiesen robado la identidad. Empecé a dormir mal, a comerme la cabeza, a no entender nada. Siempre he creído en el karma, y no podía entender porqué me pasaba esa cosa mala si yo nunca había hecho daño a nadie.
El día después quedé con una amiga. Nos sentamos en un banco justo enfrente de un hombre mayor que estaba solo. Me fijé en él. Le miré a los ojos y vi en ellos tanta soledad, tanta tristeza, que rompí a llorar. No era la primera vez que me pasaba eso. Más de una vez, cuando veía ancianos solos sentados en un banco observando el mundo me entraban unas ganas irrefrenables de abrazarlos, pero me aguantaba. Convencionalismos sociales, supongo. Pero ese hombre me impactó, tanto que aquella noche estuve pensando largo y tendido sobre su imagen.
Pensaba en todo: el cabrón que me robó, la sociedad que permite la pobreza, ese abuelo solitario, esas lágrimas... Y de repente todo encajó, como un puzzle. Habiéndome educado en un cole de curas, me acordé de una frase que predicaba Jesús: si te pegan, pon la otra mejilla. Pues bien, a mi la sociedad me había pegado. Pero yo no me iba a rebajar haciendo lo mismo, algo malo por la sociedad, al contrario, pondría la otra mejilla y haría algo bueno. Chúpate esa, karma! Se me encendió la bombilla, y así, a las tres de la madrugada de un día laboral y vía internet, me apunté a la Associació d'Amics de la Gent Gran de Barcelona, para hacer el voluntariado de acompañamiento semanal a una persona mayor que viviese sola.
Así conocí a Montserrat, una viuda, madre de un hombre con Síndrome de Down. Desengañada de la vida y con depresión, era nueva en la Asociación, como yo. Llevo más de medio año yendo a su casa del barrio de Gràcia cada lunes, y se puede decir que es mi amiga: yo la escucho y ella a mi. Evidentemente, no tengo con ella una relación como la tengo con mis amigos de mi edad, me ahorro muchos temas que la pudiesen impactar debido al enorme cambio generacional que nos separa. Pero ya se sabe mi vida: le hablo de mis padres, de mis hermanos, de mis amigos, y ella me ve sonreír cuando hablo de todos ellos. Con ella me he dado cuenta que no tengo grandes problemas, pues no tengo grandes desgracias que explicar.
Una tarde Montserrat estaba en medio de un monólogo sobre lo dura que puede ser la vida. Me dijo que no la entendía porque era joven, que de joven las cosas se ven distinto, pero que ella estaba convencida que quedaba poca bondad en el mundo. Sin embargo, después de eso, Montserrat dijo: “pero luego pienso que hay gente como tú y pienso que no todo el mundo es malo.”. Os juro que ese instante fue uno de los más felices que recuerdo de toda mi corta vida. El karma volvía a escena.
Es increíble ser voluntario. Lo que cuesta es empezar, pero una vez empiezas, poca gente lo deja, al menos inmediatamente. Es difícil describirlo con palabras, te hace sentir llena, y a la vez humilde al darte cuenta de todo lo que queda por hacer. Te sientes útil, pero sabes que puedes hacer mucho más. Así, te vas animando a hacer mas cosas. No escuchas a la gente que te dice que eso es bonito, porque crees que eso es lo mínimo que debes hacer. Yo siempre he creído que la maldad absoluta no existe, y que los humanos tenemos, todos, un fondo de bondad inmensa. Lo que falta es sacarla a la superficie, precisamente eso, humanidad. Dejar un poco de lado nuestros quehaceres para centrarnos en la filantropía. El voluntariado tiene una enorme recompensa: aparte de como te sientes, destaca el agradecimiento que recibes por parte de los ancianos. Cuando una persona mayor te coge del brazo y te sonríe, te sientes más humano, mejor persona.
Por eso hago una petición virtual: si alguien lee este mensaje embotellado, le recomiendo seguir la campaña de la Asociación d'Amics de la Gent Gran, roses contra l'oblit. Consiste en pasarse por el Liceu el día de Sant Jordi. Allí recibirá información, alguien le dará una rosa y le dirá que se la lleve a un anciano que vive solo. Lo recomiendo, porque la luz de los ojos y la sonrisa que pondrá el anciano o anciana cuando lo reciba dará a quién lo haga una calidez en el alma que difícilmente se apagará.
Yo dejo aquí la propuesta.
Todo empezó este verano. Llevaba toda la semana trabajando, y cuando llegó el fin de semana sólo deseaba salir a beber algo y desfogarme en la pista de baile de cualquier discoteca del centro de Barcelona. Así que quedé con mis amigos Edu, Camps y Andreu, compañeros universitarios y futuros periodistas. Era una noche cualquiera, que estaba empezando a prometer. Recuerdo que estábamos en un bar del Born, cerca de la Plaza Real. Yo llevaba un vestido nuevo super bonito, y nos dieron entradas gratis para el antiguo Fellini (ahora Boulevard). Acababa de cobrar y llevaba 60€ encima. Esa era una de esas noches en que no me hubiese importado gastármelos enteros.
Después todo pasó muy rápido. Fui a la barra a pedir un par de cervezas, cometí el gran error de dejar mi bolso sin protección, y en cuanto me giré, había desaparecido. Perdí todo: la documentación, las llaves, la cartera con el dinero, el ipod, la cámara de fotos, el móvil... todo. Puse la denuncia, y a casa a dormir.
Eso me dejó tocada. Siempre he sido muy sensible en lo que a injusticias se refiere, y no podía entender, no me cabía en la cabeza, como alguien podía haberme robado todo sin ningún miramiento. Lo que más me obsesionaba era el hecho que alguien tuviese toda mi documentación. Sentí como si me hubiesen robado la identidad. Empecé a dormir mal, a comerme la cabeza, a no entender nada. Siempre he creído en el karma, y no podía entender porqué me pasaba esa cosa mala si yo nunca había hecho daño a nadie.
El día después quedé con una amiga. Nos sentamos en un banco justo enfrente de un hombre mayor que estaba solo. Me fijé en él. Le miré a los ojos y vi en ellos tanta soledad, tanta tristeza, que rompí a llorar. No era la primera vez que me pasaba eso. Más de una vez, cuando veía ancianos solos sentados en un banco observando el mundo me entraban unas ganas irrefrenables de abrazarlos, pero me aguantaba. Convencionalismos sociales, supongo. Pero ese hombre me impactó, tanto que aquella noche estuve pensando largo y tendido sobre su imagen.
Pensaba en todo: el cabrón que me robó, la sociedad que permite la pobreza, ese abuelo solitario, esas lágrimas... Y de repente todo encajó, como un puzzle. Habiéndome educado en un cole de curas, me acordé de una frase que predicaba Jesús: si te pegan, pon la otra mejilla. Pues bien, a mi la sociedad me había pegado. Pero yo no me iba a rebajar haciendo lo mismo, algo malo por la sociedad, al contrario, pondría la otra mejilla y haría algo bueno. Chúpate esa, karma! Se me encendió la bombilla, y así, a las tres de la madrugada de un día laboral y vía internet, me apunté a la Associació d'Amics de la Gent Gran de Barcelona, para hacer el voluntariado de acompañamiento semanal a una persona mayor que viviese sola.
Así conocí a Montserrat, una viuda, madre de un hombre con Síndrome de Down. Desengañada de la vida y con depresión, era nueva en la Asociación, como yo. Llevo más de medio año yendo a su casa del barrio de Gràcia cada lunes, y se puede decir que es mi amiga: yo la escucho y ella a mi. Evidentemente, no tengo con ella una relación como la tengo con mis amigos de mi edad, me ahorro muchos temas que la pudiesen impactar debido al enorme cambio generacional que nos separa. Pero ya se sabe mi vida: le hablo de mis padres, de mis hermanos, de mis amigos, y ella me ve sonreír cuando hablo de todos ellos. Con ella me he dado cuenta que no tengo grandes problemas, pues no tengo grandes desgracias que explicar.
Una tarde Montserrat estaba en medio de un monólogo sobre lo dura que puede ser la vida. Me dijo que no la entendía porque era joven, que de joven las cosas se ven distinto, pero que ella estaba convencida que quedaba poca bondad en el mundo. Sin embargo, después de eso, Montserrat dijo: “pero luego pienso que hay gente como tú y pienso que no todo el mundo es malo.”. Os juro que ese instante fue uno de los más felices que recuerdo de toda mi corta vida. El karma volvía a escena.
Es increíble ser voluntario. Lo que cuesta es empezar, pero una vez empiezas, poca gente lo deja, al menos inmediatamente. Es difícil describirlo con palabras, te hace sentir llena, y a la vez humilde al darte cuenta de todo lo que queda por hacer. Te sientes útil, pero sabes que puedes hacer mucho más. Así, te vas animando a hacer mas cosas. No escuchas a la gente que te dice que eso es bonito, porque crees que eso es lo mínimo que debes hacer. Yo siempre he creído que la maldad absoluta no existe, y que los humanos tenemos, todos, un fondo de bondad inmensa. Lo que falta es sacarla a la superficie, precisamente eso, humanidad. Dejar un poco de lado nuestros quehaceres para centrarnos en la filantropía. El voluntariado tiene una enorme recompensa: aparte de como te sientes, destaca el agradecimiento que recibes por parte de los ancianos. Cuando una persona mayor te coge del brazo y te sonríe, te sientes más humano, mejor persona.
Por eso hago una petición virtual: si alguien lee este mensaje embotellado, le recomiendo seguir la campaña de la Asociación d'Amics de la Gent Gran, roses contra l'oblit. Consiste en pasarse por el Liceu el día de Sant Jordi. Allí recibirá información, alguien le dará una rosa y le dirá que se la lleve a un anciano que vive solo. Lo recomiendo, porque la luz de los ojos y la sonrisa que pondrá el anciano o anciana cuando lo reciba dará a quién lo haga una calidez en el alma que difícilmente se apagará.
Yo dejo aquí la propuesta.
domingo, 28 de marzo de 2010
el ángel devastado
Annemarie no sólo fue fotógrafa, también fue escritora, periodista y historiadora (materia en la que se doctoró). Aunque lo que más destaque de la vida de Annemarie no sea su obra, sino su personalidad, que marcó una vida donde los escarceos amorosos y los dramas trágicos eran los protagonistas, y su mirada triste y su aspecto andrógino, que han permanecido eternamente jóvenes.
Procedente de la aristocracia suiza, tuvo que aprender enseguida a esconder sus tendencias homosexuales en un ambiente donde lo único que importaba eran las apariencias, hecho que marcó su cerrada personalidad. Fue amiga íntima de Klaus y Erika Mann, hijos del filósofo Thomas Mann, aunque su relación se enfrió debido a la actitud distante de Annemarie en lo referente al nazismo durante su auge, en contraposición a la lucha encarnizada contra el movimiento que llevaron a cabo los hermanos Mann.
Schwarzenbach dedicó su corta vida a los viajes y las nuevas experiencias, momentos que aprovechó para llevar a cabo obras literarias, trabajar como periodista y hacer fotografías. En realidad era una niña rica con espíritu aventurero. Dicho así parece que tuviese una vida fácil, feliz y tranquila, pero entre tanta luz se ocultaban tinieblas: las de su adicción a la morfina a lo largo de toda su vida, cosa que no hizo más que mermar su, ya delicada de por sí, salud mental.
Viajó a Persia, al Congo Belga, a Moscú, donde se desengañó de la vida soviética, que había idealizado, a Escandinavia, y a Afganistán entre otros. Se casó en Teherán con un embajador egipcio con tendencias homosexuales. En Estados Unidos llevó a cabo una serie de reportajes fotográficos sobre las ciudades industriales para algunas publicaciones europeas. En ese mismo país estuvo ingresada en varios psiquiátricos hasta que la echaron del país al declararla insana. Estas anotaciones sueltas son algunos pequeños detalles de como fue su vida: un batiburrillo de experiencias, algunas desconcertantes, otras intelectualmente ricas.
-Annemarie con Erika Mann-
Thomas Mann le llamaba el ángel devastado, por su aspecto entristecido y alicaído. Ese ángel dedicó su vida a los viajes y a las drogas, ya que ambos le ayudaban a huir de la realidad a la que estaba condenada a vivir, a esa “enfermedad de Europa”, como ella misma llamaba al estilo de vida occidental y europeo, que había sido el principio de su vida. Sin embargo, nadie puede huir totalmente, por mucho que quiera, y el abuso de morfina llevó a Schwarzenbach a la inestabilidad mental.
Desde un principio se sabría que su final estaba próximo, que su muerte sería joven. Efectivamente, a los 34 años, dando una vuelta en bicicleta, Annemarie se cayó y se golpeó fuertemente la cabeza. Murió al cabo de unas semanas en el hospital. Su madre, mujer estricta que siempre había preferido que su hija fuese de otra manera, quemó entonces parte de su obra artística. La que queda es el resultado de un alma desquiciada que lo tuvo todo y se construyó su propia desgracia, cavándose su propia tumba: un fiel reflejo de la Europa de los años 30.
martes, 23 de marzo de 2010
Persépolis

Marjane Satrapi ha tenido una vida de esas que no merecen el silencio. Nació en Iran, descendiente de la dinastia Kayar, que reinó en Persia durante casi 150 años, hasta que su último emperador (el bisabuelo de Satrapi) fue depuesto por Riza Pahlavi en 1925. Riza Pahlavi sería el futuro padre del Sha, famoso por occidentalizar Irán, de manera quizás exagerada, haciendo cosas como prohibir el velo en un país de tradición islámica, diciéndole así al pueblo lo que tenía que hacer. Esta y otras políticas, como hipotecar al país confiando en el petróleo, dieron pie a la revolución popular de finales de los setenta, y el Ayatolá Jomeini subió al poder deponiendo así al Sha y haciendo que el país reculase en libertades y derechos individuales.
Joimeini subió al poder en 1979, 10 años después de que Marjane Satrapi llegara al mundo.Por eso, cuando Satrapi contaba con apenas catorce años, sus padres, acérrimos defensores de la cultura occidental, decidieron mandarla a estudiar al Liceo Francés de Viena. Aunque. Allí Marjane vive hasta los 18 años una juventud virulenta marcada por su personalidad rebelde y perdida, que se fraguó sobretodo por la sensación constante que experimentaba de sentirse extranjera. Su descenso a la oscuridad llegó a tal en Viena que acabó viviendo en la mendicidad y a punto de morir.

Pero sus padres llegaron justo a tiempo para rescatarla, y poco después de cumplir la mayoría de edad volvió a su país natal. La historia no acaba así, sería un final artifical, demasiado simple y feliz. Una vez de vuelta a Irán, Marjane se encuentra con un mundo totalmente retraído, con una sociedad con grandes tabúes y con unas normas claras sobre sexualidad. Sus antiguas amigas la miran con desprecio por comportarse como una occidental: se siente evidentemente incómoda por la obligación del velo y con una vida sexual activa. A Satrapi entonces se le caen los pocos pilares ideológicos que le podían quedar: ya no era de oriente ni de occidente, en ambos mundos era vista como una extraña. En un universo en el que sólo existe el amigo o el enemigo, sólo hay blanco o negro, ¿Qué hacer si eres gris? ¿Qué pasa si estás entre dos mundos?
Estas son las preguntas que se plantea la autora en su cómic Persépolis, una obra de cuatro tomos sobre la agonía existencial de alguien que vive más allá de los límites impuestos, de alguien que no se puede etiquetar con una ideología o estilo de vida concreto. Aparte de transmitirte esa incertidumbre, esa impotencia que siente la autora al sentirse constatemente observada por los demás, Persépolis te enseña la historia más reciente de uno de los países más interesantes que existen.
No puedo analizar Persépolis, necesito saber de ilustración para hacerlo y carezco de dichos conocimientos. Pero creo que ese cómic es nada más y nada menos que la historia que lleva detrás, la de su autora, una mujer cuyas experiencias no deben pasar inadvertida para nadie, ni en este lado del planeta ni en el otro.

-Persépolis se adaptó al cine en 2007 por Vicent Paronnaud-
domingo, 14 de marzo de 2010
¿El artista debe ser un enfermo mental?
El siglo XX nos trajo consigo grandes dictadores, grandes genocidas y, porqué no, grandes artistas. Algunos han estado siempre asociados a la imagen de loco genial y algo cool, como nuestro querido Salvador Dalí o bien Andy Warhol, del artista depresivo, triste y callado, como es el caso de Edward Munch o Annemarie Schwarzenbach, (algún día hablaré más profundamente sobre ella, una persona que me fascina), o bien uno de los ejemplos más actuales: el niño rico aficionado al formol Damien Hirst.
Son unos de los pocos ejemplos de artistas que podemos considerar fuera de lo común, personas que se saltan las normas sociales y que imponen sus propios estilos de vida de forma tan inverosímil que hacen que nos cuestionemos incluso su estado mental. Su relativa o total demencia es bastante palpable. Las drogas, el dinero y unas inquietudes artísticas que hacen que el sujeto sienta las pasiones más que el resto de humanos suelen ser las causantes de dichos resultados.
¿Es el artista un enfermo mental? La pregunta se puede plantear al revés, o puede dar pie a una nueva pregunta: ¿Qué entendemos por enfermo mental? ¿Quién decide donde está el delgado límite que separa la locura y la cordura?
Para mí, no todos los artistas están locos. Por algún extraño mecanismo, del que quizá tiene la culpa Disney, siempre he asociado locura con diversión, y la diversión es una forma deliciosa de felicidad y de despreocupación por la realidad y por los demás. Algunos artistas se ajustan a este modelo, otros no me inspiran nada, ni siquiera pienso que sean felices. No diré nombres debido al gran número de visitas que recibo y el poder de presión que ejerce mi blog sobre la sociedad occidental, si lo hiciese podría desestabilizar el mundo que conocemos. Debo ser discreta. Otros artistas, simplemente son geniales, divertidos y felices sin estar locos, al menos para mí. Y esta vez si que diré nombres: Juanjo Saez es un buen ejemplo para mi última referencia.
Así que no. No todos los artistas son locos, no todos los locos son artistas. Sin embargo, locos hay en todas partes, incluso en las mejores familias, y quizás la demencia de los artistas destaca más, porque ellos mismos, todo lo que hacen o dicen, destaca más que lo que hagan o digan el resto de la sociedad. Porque eso es ser artista: destacarte, que se te vea y se te oiga por encima del vulgo gracias a tu genialidad.
Una cosa es cierta: hay distintos grados de locura, no me voy a explayar más en esto, porque no tengo ni idea de psicología, así que no voy a correr el riesgo de hablar de lo que no sé, pero todo el mundo sabe que la enfermedad mental, como toda enfermedad, presenta distintos niveles. Hay locos violentos, locos simpáticos, locos inquietantes, y locos geniales. Los artistas locos entran dentro del grupo de locos pragmáticos: aprovechan su tara para hacer algo creativo y puede que así crear un regalo para la humanidad.
Así que hay que estar agradecidos a esos artistas locos, que en vez de dedicarse a clavar hachas en puertas, hacer agujeros y sacar la cabeza mientras su mujer grita (porqué será que siempre que pienso en un demente me viene la imagen de Jack Nicholson en algunas de sus películas más terroríficas?), se dedican a meter vacas en formol, escribir novelas y hacer fotos o pintar cuadros.
-'La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que no lo esta, mientras que yo se que lo estoy'. Dalí.
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jueves, 4 de marzo de 2010
Toda una obra de arte

Esta obra se divide en tres partes:
El producto en sí ya es magnífico: la taza, ese gran invento que consigue que no nos quememos las manos cuando nos tomamos las infusiones. La taza es algo genial: todo lo que contiene tiene buen sabor, goza de un instinto que protege a quienes la agarran gracias a su omnipotente asa y además puede servir para plasmar las inquietudes artísticas de cualquiera. La taza es, sin duda, el mejor elemento que se puede encontrar en una cocina, casi mejor que la propia comida, aunque la haya cocinado tu abuela.
A continuación, destaca la temática del dibujo, su forma: representa Help! El quinto disco de Los Beatles, que contiene canciones tan famosas como Yesterday. Aunque representa la portada del álbum, quizás la taza también nos quiere recordar que existe una película homónima que salió en el mismo año que el disco, en 1965, aunque este último hecho no ha sido aclarado por el autor de la taza. Los Beatles, ¿Qué decir de ellos? Quizás que es el grupo que más discos a vendido en la historia de Estados Unidos, quizás que marcó un antes y un después en la música inglesa, que no hay nadie en edad de razonar que no haya odio hablar de ellos o que, con el 50% de la banda en el cielo, siguen siendo más famosos que Jesús. Y mira que eso es decir mucho. Más que un grupo, son una leyenda. Nuestros padres hablarán de ellos a nuestros hijos, y nosotros contaremos orgullosos a nuestros nietos que nacimos en el siglo XX, el siglo de Los Beatles.
Y por último, el fondo del dibujo: una libre representación de la palabra Help por parte de sus integrantes, que también se puede entender por “an LP by us”, una forma muy original de representar la portada de un disco, que no se le hubiera ocurrido a cualquiera. ¡Y que graciosos están todos vestidos iguales haciendo formas extrañas!
Lo mires por donde lo mires, todo es simbología, ¡Y encima tiene una utilidad práctica! Un producto realmente artístico. No olviden que viene en su envoltorio original, toda una pieza de coleccionista. Aunque hace poco las daban de regalo con la edición dominical de El País, yo creo que en una subasta puede salir su verdadero valor. Le doy un precio de salida de un millón de euros.
¿Quién puja?
miércoles, 3 de marzo de 2010
el apasionante mundo de los banners de seriesyonkis
Últimamente he estado observando uno de los elementos de la página web seriesyonkis.com que conllevan una serie de sorpresas que me divierten y me asombran hasta llegar al punto en que me pregunto qué será lo siguiente. Dichos elementos van cambiando asiduamente, normalmente cada mes. No, no estoy hablando de bromas propias de El club del chiste (por cierto, Martina Klein no se ha dado cuenta todavía de que no tiene gracia?), sino de los anunciantes que se exponen en seriesyonkis, justo después del aviso de los 72 minutos.
La cosa ha ido evolucionando y se ha ido degenerando hasta llegar al clímax máximo, proponiendo soluciones para emociones escondidas y negativas, y los miedos y las vergüenzas humanas más despreciables que todo ser humano esconde. Parece ser que el público objetivo de dichos anuncios sea gente gorda, fea, solitaria, sin vida sexual ni social alguna, que evidentemente morirán solas rodeadas de gatos. Aunque, si clickan en el anuncio, se convertirán en un triunfador al más puro estilo occidental.
Pero no siempre ha sido así. Empecemos por el principio.
Los primeros anuncios te hacían creer que habías ganado un Audi. Intentaban convencerte de que era cierto diciéndote: "no es broma". Curiosa psicología tenían los anunciantes, me recordaba a un fragmente de No pienses en un elefante, de George Lakoff, en el que comentaba que, durante el caso Watergate, Nixon había dicho "no soy un ladrón", evocando esa palabra, y haciendo que la comunidad entera de honrados americanos le viese como un ladrón. Evidentemente, si te dicen que no pienses en un elefante, pensarás en él. Y si te dicen que no es broma, te lo creerás?
Después pasaron a los juegos de inteligencia, un desafío, pero divertido. "Cuantos triángulos hay aqui?" "el 99% de la gente falla". Allí solo entraban los picaos o los capullos que cuando reciben un mail que afirma que el ser humano es incapaz de chuparse el codo, se lo intentan lamer.
Y poco, a poco, empezaron los anuncios desagradables. Primero con el niño con la boca gigante, luego con el perro-humano (que asco me daba esa imagen, por cierto) con sus cachorritos-monstruitos, o con el gatito del tamaño de un pulgar. Imágenes claramente falsas e ínverosímiles, y aun así se atrevían a preguntarte si eran verdaderas o falsas. Así comenzaron los anuncios dedicados a outsiders.
Hasta llegar a la nueva era: ponte cachas, que das asco de lo tirillas que estás; mira, si sigues este truco estarás tan bueno como el de la imagen en sólo una semana; adelgaza 20 kilos en dos días etc etc, comparando un antes y un después casi más falso que la imagen del perro-humano. Dichos anuncios, empeñados en hacer sentir mal a la gente, han llegado a un extremo de agresividad (hace poco vi uno que ponía "sigue esta dieta. obedece").
Hasta ahora, simplemente me distraían. Pero la cosa ha ido a peor, aunque pareciese increíble, y ahora los nuevos anuncios me inspiran una mezcla de diversión y rabia. Básicamente son dos: el de mujeres rusas para matrimonio (nunca vi nada parecido desde el gag de Los Simpson en que Homer, pensando que Marge le va a dejar, busca en el diario un anuncio de "cariñosas esposas coreanas"), y el localizador de pareja, esté donde esté, en cualquier momento.
Dedicados ambos a personas con miedo a morir solas, despreciables y ogros, y a gente con problemas de desequilibrio mental (tanto el suyo como el ajeno que puede provocar) a causa de sus celos extremos.
En fin, aunque debo reconocer que son tas asquerosamente malos que hacen gracia, me está empezando a dar miedo todo esto. ¿Qué será lo proximo? "clika aquí y podrás suicidarte de una vez. OBEDECE"
miércoles, 24 de febrero de 2010
banksy, el van gogh urbano

Mi primer contacto con Banksy sucedió en verano de 2007, en una librería parisina (que bien queda eso eh!). No hablo de un contacto directo, que más quisiera, poca gente puede tener el lujo de afirmar que ha conocido a uno de los anónimos más famosos de las polis europeas. El caso es que, durante un viaje de turismo a París inspeccioné una moderna librería y allí encontré un libro que mostraba fotos de Bansky junto con frases en inglés. La que más me llamó la atención fue una en que se veía esta foto y con el lema “Conversations don't get any better as you get older”.
Cuando volví a Barcelona, hice mi tarea de búsqueda, y tiré de la única y verdadera Sagrada Biblia: la Wikipedia. Allí me enteré del juego de escondites y misterios en el que participaba el artista -y sí, utilizo esta palabra con total conocimiento de causa- británico, y su figura me impresionó todavía más. Desde entonces, Banksy me apasiona. Y lo hace porque admiro su forma de protestar: sin violencia, sin voz, por lo que sus manifestaciones no caerán en la perdición que posee toda protesta hablada: el grito. Los graffitis de Banksy invitan a la reflexión, hacen que el tonto deje de soltar tonterías y se calle un poco, piense, y quizás se vuelva así más listo. Para mí, los graffitis de Bansky en las distintas ciudades que los acogen son uno de los elementos más bellos ilustrando las paredes. ¿O no preferís esto antes que un anuncio de Coca-Cola?

Podría, y tengo muchísimas ganas, de hablar de los elementos y del lenguaje simbólico de Bansky: el antimilitarismo, los niños, y ese espíritu liberal que muestra jugando con elementos conservadores y convirtiéndolos en algo totalmente progresista, dando como resultado algo bizarro, como esa imagen en que dos bobbies se lian. Pero tengo que contestar a la siguiente pregunta: ¿Los graffitis se pueden considerar arte?
Difícil pregunta de difícil respuesta, tanto que no creo que quepa en una entrada de blog. Yo diría que depende. Depende de lo que consideremos arte y de lo que consideremos graffiti. Si pensamos en el arte desde su punto de vista más clásico, entenderemos que es algo que no puede llegar a las masas. Si entendemos graffiti como una firma para marcar un territorio como si de un perro en su paseo vespertino se tratase, sabremos que eso no es más que un niño rebelde que se ha comprado un spray. Ninguno de estos dos conceptos puede hacer que arte y graffiti vayan de la mano.
Recuerdo cuando iba al cole, los nenes malos de la clase se dedicaron a llenar todo el barrio de Sarrià con las siguientes iniciales: DCA. Eran tres letras rojas, puestas como si fuese una firma, sin ningún dibujo, sin ninguna filigrana y bien pequeñas. Nos dijeron al cabo de un tiempo: “esas siglas significan Decoramos la Ciudad con Arte”. Todavía pienso hoy que el arte en ese caso brillaba por su ausencia y que esos niños sólo buscaban sentirse orgullosos de haber marcado su barrio.
Ahora pienso que quizás esos chavales aspiraban a algo más que poner unas siglas, que de verdad sentían inquietudes artísticas y que estaban aprendiendo a hacer un graffiti de verdad. Veo algunos graffitis cerca de mi casa que me emocionan de lo bien hechos que están. Algunos son de protesta, otros simplemente ilustrativos, pero todos poseen una belleza y un poder que me emocionan. Algunos han sido borrados, pero todavía me acuerdo de ellos. Recuerdo uno que vi en Tenerife, en el cual salía una tele y una frase “atención, peligro, arma de destrucción masiva de cerebros.” Esa imagen me sacó una sonrisa hace ya muchos años, y creo que nunca se me olvidará.
¿Eso no es arte? Claro que lo es! En mi vocabulario personal, si emociona, provoca sensaciones y permanece vivo en la memoria de los que lo ven, un graffiti es arte. Nunca publicarían un libro con las firmas DCA, pero ha salido más de uno con las obras de Banksy, justamente para homenajear el trabajo bien hecho, y la reflexión que conlleva y provoca.
Los graffitis, los que están bien hechos, son arte. Y es un arte especial, una de las pocas formas artísticas dedicadas al pueblo llano, sin el cinismo, esnobismo o prepotencia que existen en las élites artísticas de hoy en día. El graffiti es un arte especial, un arte inviolable, perenne y puro. ¿Porqué? Pues porque no puede salir a subasta.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Penélope is different, made in Spain.

Puede que algún analista de markéting americano pensara eso hace unos años cuando el nombre de Penélope Cruz empezaba a sonar en Hollywood, en aquella época en que la crítica destrozaba Vanilla Sky y la española empezaba un romance con Tom Cruise. Quizás ese mismo analista pensó que el mito de Jennifer López como representante de las latina sexys y con curvas estaba empezando a decaer, y que tocaba cambiar de cara morena y bonita, y llegó a la conclusión que una española representando al mundo latino era una novedad.
Así empezó Penélope Cruz, haciendo de rica colombiana, loca y mala malísima que enamoraba y arruinaba la vida personal de Johnny Deep en Blow, y poco a poco se fue haciendo hueco entre el star system con otros papeles de latina, como la chica mexicana metida a asaltadora que interpretó junto con otra sex-symbol morena, Salma Hayek, en una película que pasó sin pena ni gloria, llamada Bandidas.
Hasta que llegó Woody, Vicky Cristina Barcelona, de nuevo, haciendo de adinerada con tintes de locura y excesiva mala leche, pero esta vez con una variación: interpretaba a una española con nombre más propio de un culebrón venezolano que no una barcelonesa auténtica y, por fin, el Óscar.
Desde el primer momento que he nombrado hasta el último acontecimiento pasó toda la primera década del 2000. Diez años en que vimos a Penélope en Estados Unidos, donde no encajaba muy bien. No es que los otros la mirasen mal por se diferente, sino que representaba ese exotismo mono, que hace sonreír a los demás seres perfectamente encajados, y que existe en todos los micro-sistemas sociales, siempre correcto políticamente. Y desentonaba porque ningún actor o actriz anglosajón, comedidos y educados ellos, perderían la compostura a la hora de presentar un Óscar y darse cuenta que lo ha ganado un amigo y compañero de profesión muy cercano. Quizás sonreirían más de lo necesario, pero al decir el nombre del ganador en ningún momento subirían la voz más decibelios de lo necesario. Todo lo contrario de lo que hizo Penélope, dando rienda suelta a su pasión y su arte español, cuando berreó, en compañía de su alter ego masculino Antonio Banderas, ese PEDROOOOOO que tan presente esta en nuestro baúl de los recuerdos común.
Así, Penélope se fue fraguando la imagen de lo que por ahora es archiconocida: una mujer con fuerza, de armas tomar, con pasión, carácter (a veces quizá demasiado, o eso parecen insinuar los papeles que suele interpretar), dominante ante los hombres, poderosa y morena. No es una muñequita rubia inglesa, ni posee la elegancia de las francesas, o la belleza comedida de las asiáticas. Es española, diferente, para los americanos. Pero, ¿y para los españoles? ¿Penélope nos representa? Físicamente quizás sí, es difícil encontrar en este país a alguien con unos rasgos excesivamente diferentes a los de ella, pero, ¿Y el carácter? Ese carácter que nos han querido vender los productores, esa personalidad que muestra ante toda la aldea global que es hoy el planeta tierra, ¿Se ciñe al modelo de española?
Una vez leí en una guía de viajes que España es el país con índice de violaciones más bajo de Europa, porque socialmente se tiene un enorme respeto a la mujer. Me pareció falso y demagogo, pero, ¿Porqué una guía de viajes, destinada a extranjeros que se dirigen a nuestro país a respirar los tópicos, mostraría indirectamente a la mujer española como una leona con carácter que se hace respetar y saca las uñas ante los hombres cuando es necesario? Claro que hay mujeres así, pero aquí y en todos lados, como también existen españolas dóciles, o, que sé yo, suecas con carácter.
Los tópicos son divertidos, pero falsos. Casi siempre buscan una forma física para manifestarse. Esta vez le ha tocado a nuestra Penélope, producto 100% Made in Alcobendas, hace diez años era Antonio Banderas, y quién sabe, quizás la próxima en representar a los morenos/toreros sea Paz Vega. Los tópicos son inevitables, porque la humanidad los legitima constantemente. Y ya que no se pueden eliminar, pienso que mejor que recaigan en una imagen positiva, en una cara bonita con un poco de mal carácter, que no en algo negativo. En fin, así será mientras Penélope siga con sus demostraciones pasionales que se salen un poco del protocolo, y siga vendiendo en Los Ángeles ese viejo cuento de Spain is different.
introducción
Creo hoy mi nuevo blog. Aunque ya tengo uno personal, este estará dedicado totalmente a una asignatura de mi carrera, periodismo especializado en cultura, y a los temas que el profesor José María Perceval nos vaya presentando a lo largo de las semanas. En breve publicaré mi primera entrada, que tratará sobre Penélope Cruz y como representa a la típica y tópica españolita en particular y latina en general.
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