jueves, 13 de mayo de 2010

la ideología camina libre como los ciervos

“La crisis consiste precisamente en el hecho que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”
“el buen político es aquel que no lee los periódicos hasta las ocho de la tarde. ¡Desconfiad siempre de quien necesita leer la prensa a las ocho de la mañana!”
“Los políticos lo deben responder todo: ¿Tres objetos para una isla desierta? ¿Prefiere hacerlo arriba o abajo?”

Estas frases y otras parecidas que incitan a la reflexión aparecen en los artículos de la revista El Ciervo. La cabecera, de tipo político independiente, nació en 1951, y desde entonces se ha mantenido en el mercado. Sale mensualmente y se caracteriza por no pertenecer a ningún partido o ideología, a caminar libre como los ciervos, esa es su filosofía.

Quizás por eso, porque no caen en el adoctrinamiento o en la demagogia propia de algunos medios que ya se han convertido en la voz de su amo, El Ciervo muestra un claro periodismo de calidad. Entre sus colaboradores ocasionales no sólo se encuentran periodistas, también políticos de la talla de Pasqual Maragall o la mezcla de ambos: recuerdo haber leído un artículo bastante interesante del jefe de prensa de Artur Mas.

El humor es el punto general, la revista no escapa de cierta ironía y de bastante autocrítica, una maravilla si tenemos en cuenta que trata el campo de la política.“La gracia del estilo de la revista es escribir lo que nadie se atreve a decir sin que nadie se ofenda”. Realmente, la frase resulta creíble cuando el lector ve algunas de las portadas de la revista, que rezan lemas tales como Y si la política no fuera tan mala?




Lo único dogmático en la revista, si tuviésemos que analizar su editorial con ciertas etiquetas, es que utilizan como referencia cierta inspiración cristiana (normal viniendo de una revista que nació en pleno auge franquista y que todavía se mantiene en vilo), pero, tal y como afirman, “con muy poco interés en las disputas eclesiásticas.” Todo un detalle, dejar a Rouco Varela que salga él mismo de sus cagadas varias.

Sin embargo, a mi me gusta porque muestra la parte humana de la política: leyendo sus artículos se entiende que los políticos son personas como nosotros: que se encuentran mal, que tienen que ir al baño, que pecan, tienen defectos y sobretodo, que de vez en cuando hacen las cosas mal. Y no está de mas que al menos algunos reconozcan que no son perfectos.

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