miércoles, 17 de febrero de 2010

Penélope is different, made in Spain.

Puede que algún analista de markéting americano pensara eso hace unos años cuando el nombre de Penélope Cruz empezaba a sonar en Hollywood, en aquella época en que la crítica destrozaba Vanilla Sky y la española empezaba un romance con Tom Cruise. Quizás ese mismo analista pensó que el mito de Jennifer López como representante de las latina sexys y con curvas estaba empezando a decaer, y que tocaba cambiar de cara morena y bonita, y llegó a la conclusión que una española representando al mundo latino era una novedad.

Así empezó Penélope Cruz, haciendo de rica colombiana, loca y mala malísima que enamoraba y arruinaba la vida personal de Johnny Deep en Blow, y poco a poco se fue haciendo hueco entre el star system con otros papeles de latina, como la chica mexicana metida a asaltadora que interpretó junto con otra sex-symbol morena, Salma Hayek, en una película que pasó sin pena ni gloria, llamada Bandidas.

Hasta que llegó Woody, Vicky Cristina Barcelona, de nuevo, haciendo de adinerada con tintes de locura y excesiva mala leche, pero esta vez con una variación: interpretaba a una española con nombre más propio de un culebrón venezolano que no una barcelonesa auténtica y, por fin, el Óscar.

Desde el primer momento que he nombrado hasta el último acontecimiento pasó toda la primera década del 2000. Diez años en que vimos a Penélope en Estados Unidos, donde no encajaba muy bien. No es que los otros la mirasen mal por se diferente, sino que representaba ese exotismo mono, que hace sonreír a los demás seres perfectamente encajados, y que existe en todos los micro-sistemas sociales, siempre correcto políticamente. Y desentonaba porque ningún actor o actriz anglosajón, comedidos y educados ellos, perderían la compostura a la hora de presentar un Óscar y darse cuenta que lo ha ganado un amigo y compañero de profesión muy cercano. Quizás sonreirían más de lo necesario, pero al decir el nombre del ganador en ningún momento subirían la voz más decibelios de lo necesario. Todo lo contrario de lo que hizo Penélope, dando rienda suelta a su pasión y su arte español, cuando berreó, en compañía de su alter ego masculino Antonio Banderas, ese PEDROOOOOO que tan presente esta en nuestro baúl de los recuerdos común.

Así, Penélope se fue fraguando la imagen de lo que por ahora es archiconocida: una mujer con fuerza, de armas tomar, con pasión, carácter (a veces quizá demasiado, o eso parecen insinuar los papeles que suele interpretar), dominante ante los hombres, poderosa y morena. No es una muñequita rubia inglesa, ni posee la elegancia de las francesas, o la belleza comedida de las asiáticas. Es española, diferente, para los americanos. Pero, ¿y para los españoles? ¿Penélope nos representa? Físicamente quizás sí, es difícil encontrar en este país a alguien con unos rasgos excesivamente diferentes a los de ella, pero, ¿Y el carácter? Ese carácter que nos han querido vender los productores, esa personalidad que muestra ante toda la aldea global que es hoy el planeta tierra, ¿Se ciñe al modelo de española?

Una vez leí en una guía de viajes que España es el país con índice de violaciones más bajo de Europa, porque socialmente se tiene un enorme respeto a la mujer. Me pareció falso y demagogo, pero, ¿Porqué una guía de viajes, destinada a extranjeros que se dirigen a nuestro país a respirar los tópicos, mostraría indirectamente a la mujer española como una leona con carácter que se hace respetar y saca las uñas ante los hombres cuando es necesario? Claro que hay mujeres así, pero aquí y en todos lados, como también existen españolas dóciles, o, que sé yo, suecas con carácter.

Los tópicos son divertidos, pero falsos. Casi siempre buscan una forma física para manifestarse. Esta vez le ha tocado a nuestra Penélope, producto 100% Made in Alcobendas, hace diez años era Antonio Banderas, y quién sabe, quizás la próxima en representar a los morenos/toreros sea Paz Vega. Los tópicos son inevitables, porque la humanidad los legitima constantemente. Y ya que no se pueden eliminar, pienso que mejor que recaigan en una imagen positiva, en una cara bonita con un poco de mal carácter, que no en algo negativo. En fin, así será mientras Penélope siga con sus demostraciones pasionales que se salen un poco del protocolo, y siga vendiendo en Los Ángeles ese viejo cuento de Spain is different.

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